Al momento de escribir estas líneas nos encontramos en que el Gobierno ha ampliado la cuarentena –que está operativa desde el 16 de marzo– hasta fines de junio. Entonces a nosotros que estamos en el negocio inmobiliario, como seguramente a todos en su sector respectivo, se nos viene la siguiente pregunta…la pandemia ¿nos arruinó el negocio?
Pues tenemos respuestas para todos los gustos, desde las más apocalípticas hasta las relajadas, por lo que aquí cabria un justo medio o, una moderación, pues ni es el fin del mundo ni tampoco podemos ser insensatos de decir que no pasa nada y todo seguirá igual en unas semanas o meses.
Lo cierto es que esta no es la primera crisis o catástrofes que asolan a la humanidad, y seguramente no será la última. Nuestra historia está plagada de hechos trágicos que han acabado con millones de personas y sumido en pobreza y miseria. Pruebas al canto está la epidemia conocida como peste bubónica o peste negra, o a principios del siglo pasado la denominada gripe española, amén de guerras como las de 1914 y 1939, genocidios como el que se dio en la invasión de américa, donde murieron millones de nativos de todas las etnias; en fin, pero la conclusión es que, luego de las crisis hemos sabido sobreponernos y seguir adelante, no por nada el ser humano es quizás el animal más adaptable del planeta.
Como último antecedente tenemos la crisis económica de 2008 y la burbuja inmobiliaria que la antecedió, de la cual, según estimados de expertos economistas, los precios de los inmuebles se desplomaron hasta en un 30% o más de su valor en el mercado español, para luego pasar en azul recién en 2014, es decir 6 años después. Sin embargo el sector inmobiliario español de ese tiempo dista mucho de nuestra realidad, pues en dicho boom inmobiliario conjugaron algunos factores como el muy bajo costo del crédito inmobiliario sumado a la avidez por la clase media peninsular de hipotecarse por 15 o 20 años con inmuebles que en pocos años, y producto de la especulación, hasta duplicaron su precio.
Sin embargo y como lo referimos anteriormente, el mercado inmobiliario español (de mero ejemplo en estos días) se recuperó. Por estas consideraciones confiamos en que, siendo la economía cíclica y más aún el rubro inmobiliario, estamos seguros que el retroceso que operará en estos meses no será tan terrorífico como algunos puedan pensar. Que nos hace pensar en ello, pues como antes mencionamos la característica cíclica y anticíclica del sector del real estate. Además, que para los que conocemos el sector, sabemos que el metro cuadrado es una moneda dura, es una reserva de valor donde otros capitales tal vez más fluctuables o de más riesgo, de seguro entrarán a refugiarse en la tierra y el ladrillo.
Por otro lado están los inversionistas sofisticados o profesionales, no descubrimos la pólvora cuando decimos que ellos saben que es mejor entrar a comprar cuando el mercado está a la baja –como probablemente se comporte este 2020– y vender cuando recupere dinamismo. Los proyectos que estaban desarrollándose o encaminados serán probablemente los que más sufran, sobre todo si es por falta de financiamiento bancario, pues un crowdfunding eleva la carga financiera a los proyectos, por lo que serán presa fácil de estos capitales sofisticados (que entran al juego primero) y luego de los que están haciendo pinitos en la inversión inmobiliaria.
Finalmente, en Latinoamérica en general y específicamente en el Perú, el déficit de vivienda todavía es grande y la brecha amplia, sobre todo en los estratos emergentes o de vivienda barata, las proyecciones señalan que todavía el 2050 se estaría cerrando esta brecha de demanda, aunado a que el gobierno necesariamente deberá inyectar dinero a través de los bancos y entidades financieras para que la economía no se paralice, por lo que seguramente todavía estarán pendientes los créditos hipotecarios para vivienda en auge. Más bien tengo mis dudas sobre el tema de oficinas e industrial.